INÉS APREA: Folclore y otros poemas


Folclore y otros poemas


Luna del pelele

sube la redonda
demasiado inmóvil
en cada casa
empecinados
con la maraña del día
tiran sin querer
los hilos de la noche



Estigma

es el sudor
pienso
lo que hace a Cristo
intocable

cientos de hermanos
con la sangre reseca
pegada en la frente

todo por una corona
de resurrección.



El hambre

parado en la puerta
empolvada
sostiene una cazuela cóncava
resueltamente vacía
los chinchulines humeantes tientan
en la fosa del cráneo



Folclore

un viejo poseído
por la herencia de su padre
tocaba y tocaba
rasgando con pasión las cuerdas
vocales de los nietos



Japón

en la tintorería Japón
un viejo sube la plancha
levanta la camisa humeante
nuevamente la apoya
baja la plancha

y ve pasar las horas
ahí
en Japón

sube la plancha
levanta la blusa blanca
vaporosa
continúa esa necia ,
rebelde, persistente mancha roja
redonda como un punto de sangre
sobre el lienzo

baja la plancha
oculta la porfiada
terca mancha
como salpicada por años veteranos
instalada
por átomos viejos

pero la calma es toda
del tintorero:
sube la plancha y la baja
sobre una avenida platense
en Japón.



Jorge Julio

dónde

dime con quién andas
a quiénes nombra
tu nombre, de cuántos habla
tu gesto
y te diré dónde acabas
de qué muerte
se rehace lo que callo // dime
a dónde me lleva tu palabra
y te diré hasta dónde llega
tu palabra // dime
cuánto mide la verdad
cuánta verdad
se para sobre sí
como una mujer
como un hombre
recuperados de sí
y te diré en qué pozo
zona abisal
en qué ciénaga o baldío
eché tus años
para que no contagie
para que no camine
tu palabra // dime
quiénes te buscan
y te diré quién eres.



El escultor
A Enrique Arau

despojaba su piedra de la materia
que oculta la forma
me dijo el éxito
es un fracaso adulto

despojaba su piedra

me dijo la victoria
es una derrota madura, Inesita
golpeando su espátula con la maza

o no sé qué me dijo, tanto fijaba yo
la vista en sus dos manos:
despojaba su piedra de harinas blancas
que se fundían en las nubes
endémicas de las sierras



Llamando

Evocación


fécula de los huesos
de los antepasados del odio
almidón de la raza que ama
harina de los días / migas / años


soplando con el viento

venimos y vamos.



I

y sin embargo
sigue arando
garra de la inquietud
surca el adentro del pecho
como si algo sembrara

no hay soporte
ni fértil
para semillas que flotan


II

detrás
debajo
oculto de lo que
digo entonces
como muy de este tiempo
de silencios con guirnaldas
de este tiempo de abismos con arreglos
no es un esqueleto
es
el músculo vacío:


III

sale a la calle
de muy llenar el torso
y huele
el ocio de las veredas
la vacación del llanto
incluso el estertor
del más mínimo obsequio de la razón


IV

( todos los que hablaban se callaron
con un revés de bocanada
una aguja implacable
les cosió de un giro los labios
enfundaron el aliento )


V

sale a la calle
de muy abarcar la vida que anda
el mundo que gira en remolinos de bolsas
el tiempo que avanza en sombras que se estiran
y el espacio del asfalto
que sigue sin fin
hasta algún oriente


VI

( los que llegaron pusieron
las suelas en la alfombra:
los recibe una mirilla
demasiado ciega )


VII

sale y camina
de muy comprobar la tarde
da la vuelta a la fruta y muerde
su desconsuelo


VIII

así será se dice
mientras dure esta vajilla rota
sangrando las paredes solas

un antiguo brindis
que estalló


IX

después no hay volver
ni buenos aires querido
sólo el desencuentro:
montamos puentes inmensos
y hacia ambos lados no hay nadie


X

los que llegaron
dejaron la casa vacía
y una puerta que nadie tumbó
se desploma en el horizonte.


IV (De la serie Erectas)


Yo no podría escribir pezón,
escribir mi perla pubis de niña ostra mecida por tus olas,
como si yo fuera mujer de raza.
Tengo arriba del sexo otro sexo,
un eterno juego de apilar las manos,
poniendo la de abajo arriba,
alternando las manos una y otra vez,
sin ver lo que está en el fondo.
No puedo hablar a un ritmo menstrual,
en el tono secretamente acustizado del útero.
Tengo arriba del sexo
una cabeza de vaca,
abiertos los ojos muertos,
rodeada de moscas.



Proclama dominical

quién los necesita
si nosotras bien solas
nos hacemos el mundo
levantamos casas
escuelas
gobiernos
rosas de papa
y bien nos damos
bien podemos meter pala
y que siga la huerta
para las hijas sin rito menstrual
sin calendario hemorrágico
bien podemos hacer el mundo
y al fin
echarnos a planchar



Vanguardistas


supe de un pájaro
que voló antes
de emprender el vuelo
quedó una pluma
agitando el aire



Póstumo


si lograste barrer tus desastres
soplar con plumas en alto
la escoria de tanta ruina

o volcar líneas de tu sangre
que endurezcan en la arena
como limas de bronce



Partida

yéndome ida
de un solo pie
mitad partida
mitad todavía
y lejos




Inés Aprea nació en La Plata en 1985. Estudia Historia en la UNLP y tiene un libro inédito de poemas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

MUY LINDO, ME GUSTARON MUCHO. LOS LEIMOS CON TU SOBRINO, SABES QUIEN SOY NO?. tU MEJOR AMIGA DE LA INFANCIA. TE QUIERO MUCHO. BESOS

diego roel dijo...

inés: me gusturon los poemas, mandá más. soy diego roel. un abrazo.