POEMA
INICIAL
Con
este cielo diáfano, parece
que
el corazón se hubiera levantado
desde
el húmedo lecho del otoño
hasta
la cabellera de algún árbol.
Un
quieto ruiseñor amanecido,
abrió
las alas y partió su canto
y
compartió una flor, con una abeja,
debajo
de la copa del espacio.
Yo
siento que en mi pecho
ahora,
el corazón acobardado,
quiere
huir a la hierba, entre las lilas,
con
una leve ondulación de pájaro.
Como
un muchacho triste,
corazón
de recuadro.
Corazón
escolar
que
alguien, muy terco, dibujó en un árbol.
TRANSMIGRACIÓN
Sé
que vendrá la noche de mi muerte
entre
una doble floración de lilas,
con
balido de oveja, con cencerro,
con
olor a naranja mandarina.
Mi
alma por los campos
será
otoño de fiesta
y
desde el agua inquieta de la infancia
volveré
como quiera.
Y
seré lo que quise ser, un árbol,
una
leve mariposa leve,
el
corazón helado de la lluvia
y
el surco en que se vierte.
Y
seré lo que quise ser, un río,
un
mapa, un perro. Noche de mi muerte
vendrá
muy sola por el campo solo,
callada
y bellamente.
EL
ROJO
Si
muerto el labio, no murió el acento,
adónde
el rojo irá, ya desprendido?
Al
rosal florecido,
a
la amapola que nació del viento.
Irá
la muerte con andar de cirio
de
rojos corazones enhebrados
por
tantos labios que hubo desangrados,
tiñendo
la alta plantación del lirio?
O
nutre, allá, su entraña,
para
vivir la vida que no espera
con
lumbre verdadera,
cuando
los vidrios del amor empaña.
GALEON
PINTADO
Sobre mares pintados van a caer gaviotas
y las ondas errantes transparentan naufragios.
En el alma del agua duerme el gris de las cosas
que lábiles fugaron del universo alto.
Alas con plumas, picos, marineras canciones
de pájaros que fueron piratas como hombres
transcurren raudamente y al fatigarse ponen
ancla en los arenales, raíces de las orbes.
En resaca de orillas grises como la pluma
duendes del fondo juntan una por una astillas,
reconstruyen galeones que flotan en las brumas
y galeones avaros de la costa fenicia.
Sidón y Tiro vuelven de la resaca azul,
las viejas factorías desenrrollan sus telas
y el ancho mar se tiñe como un
cartaginés de múrex purpúreo de acuarela.
Grande melancolía de los puertos empieza,
lampos de fuego arrojan desde proa fantástica
y los trirremes hunden a los galeones, sea
en las batallas phoenix o en las batallas áticas.
Y uno que está pensando que ha perdido la vida,
que ha perdido la luna que era suya en la infancia,
sube a la nave fiera que el mascarón deriva
en los estriberones ilusos de la página.
Sobre mares pintados van a caer gaviotas
y las ondas errantes transparentan naufragios.
En el alma del agua duerme el gris de las cosas
que lábiles fugaron del universo alto.
Alas con plumas, picos, marineras canciones
de pájaros que fueron piratas como hombres
transcurren raudamente y al fatigarse ponen
ancla en los arenales, raíces de las orbes.
En resaca de orillas grises como la pluma
duendes del fondo juntan una por una astillas,
reconstruyen galeones que flotan en las brumas
y galeones avaros de la costa fenicia.
Sidón y Tiro vuelven de la resaca azul,
las viejas factorías desenrrollan sus telas
y el ancho mar se tiñe como un
cartaginés de múrex purpúreo de acuarela.
Grande melancolía de los puertos empieza,
lampos de fuego arrojan desde proa fantástica
y los trirremes hunden a los galeones, sea
en las batallas phoenix o en las batallas áticas.
Y uno que está pensando que ha perdido la vida,
que ha perdido la luna que era suya en la infancia,
sube a la nave fiera que el mascarón deriva
en los estriberones ilusos de la página.
Selección
de textos: José María Pallaoro. Poemas “Poema inicial” y “Transmigración” en
“Corazón de árbol”, 1941. Poema “El rojo” en “Lamentación mayor”, 1954. Poema
“Galeón pintado” en “Los últimos poemas”, correspondientes a 1970-1976. En: “Antología
personal” (1940-1976). Ramos Americana Editora, 1981.
Aurora
Venturini (La Plata, 20 de diciembre de 1921 – 18 de noviembre de 2015).
Foto:
José María Pallaoro en casa de la escritora Aurora Venturini. Archivo de la
talita dorada.
Aurora Venturini y la
rama dorada, en LA TECLA EÑE
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